De música, diversidad y el huerto de Obama

Soy una de esas latinas con un pie izquierdo. Lo confieso. Aunque me encanta el ritmo de la salsa, verdaderamente no hay maestro en el mundo que me la haga bailar como el género manda. ¡Hasta me da pena! Cómo representar dignamente a mi cultura hispana cuando María no da ni pasito para adelante, ni medio para atrás.

Pero aunque “no doy pie con bola”, la salsa me enseño algo muy valioso sobre mi propia concepción de lo que es "hispano” y lo que es de todos. Yo muy ingenuamente pensaba que la salsa era un concepto muy “nuestro” originado entre Cuba y Puerto Rico, y perfeccionado por colombianos, venezolanos y latinoamericanos por igual. Pero no.

Tratando de impresionar a unos gringos en una clase electiva de música, me ofrecí a preparar una presentación para “inculcar” a mis compañeros sobre el origen de la salsa sin saber que la que se llevaría la lección sería yo.

Aunque los ritmos afrocaribeños de Cuba y Puerto Rico son indiscutiblemente la fundación de la salsa, esta melodía no hubiese sido posible sin ese guiso delicioso que formaron los puertorriqueños, los cubanos y dominicanos cuando llegaron al sur del Bronx, a Harlem y otros barrios de New York a principios de siglo. Entre todos, cocinaron una revolución increíble influenciada por Gillespie y otros grandes de la música moderna, pero que ofrecía a la vez un sabor hispano muy único en tierra neutral.

Cultivando y cocinando al estilo americano

¿Por qué les hago este cuento? Pues, esta fusión cultural divina es precisamente uno de los temas importantes que presenta Michelle Obama en su libro American Grown: The story of the White House kitchen garden and gardens across america.

La primera dama nos cuenta que mientras diseñaba el nuevo jardín de la Casa Blanca se dio cuenta que más allá de los blueberries, pecans y algunas variedades de uvas, los Estados Unidos tiene muy pocas plantas nativas que son parte de la dieta nacional.

Todo lo contrario. La mayoría de las plantas que se consumen en este país son especies “inmigrantes” que se han desarrollando y evolucionado de manera deliciosa en estas tierras.

“Las manzanas vinieron de Asia, el maíz y los frijoles de Suramérica, la lechuga y los repollos de Europa”, cuenta Obama.

“Al importar esta impresionante variedad de frutas y vegetales, los primeros jardineros americanos, como Thomas Jefferson crearon otra encarnación de Ellis Island en sus huertos”.

Michelle Obama dice que hoy día la Casa Blanca continúa esa tradición a través del huerto presidencial. Cada especie "inmigrante" tiene un propósito especial en este jardín de América y la fusión entre estas frutas y vegetales genera una conversación muy interesante.

“En nuestro primero año, sembramos cilantro, tomatillos y jalapeños, los cuales se usan con frecuencia en recetas de México y Latinoamérica. Añadimos coles y gingambó que son típicos del Sur americano. Luego, comenzamos a cultivar bok choy y repollo chino.

“El jardín ha servido para motivar la conversación internacional. Cada vez que tengo el privilegio de viajar y conocer a personas alrededor del mundo, ya sean niños, reyes, reinas o primeros ministros, lo que me preguntan muchas veces es cómo está el jardín presidencial”.

Entre anécdotas y consejos de jardinería, la primera dama nos invita de manera muy cándida y dulce a continuar esta tradición cultivando legados que enriquezcan nuestra tierra, las comunidades donde vivimos y el futuro que deseamos cosechar. Además ofrece guías prácticas, fotografías hermosas, datos históricos interesantes y comentarios muy válidos que nos hacen meditar sobre el estado de la diversidad en los Estados Unidos.

Pienso, por ejemplo, que al igual que la semilla de los ritmos latinos nos trajo el maravilloso concepto de la salsa, quién hubiera pensado que las semillas que trajeron nuestros ancestros fueran a convertirse en el alimento con el que hoy nutrimos a nuestras familias.

Quién hubiera pensado que esta evolución alimenticia ocurriría de manera orgánica y silenciosa fuera de discusiones políticas o culturales, sin definir lo que fuimos, lo que somos o lo que seremos. Quizás si vivimos siendo quienes somos, sin detenernos a cuestionar tanto el por qué de las cosas, podríamos encontrar jornadas tan fructíferas como este jardín. Lo importante siempre debe ser seguir sembrando.

Mermelada de fresa hecha en casa

Aquí los dejo con una receta muy sencilla que gustó mucho en nuestra página de Facebook: Mermelada de fresa hecha en casa.

En una cacerola pequeña, combina un paquete de fresas, el jugo de un limón y una taza de azúcar morena. Déjalo espesar y añade dos cucharaditas de maicena disueltas en agua. Cocínalo por 10 minutos más y listo.

2 comments:

  1. Muy interesante lo de la diversidad. Es bonito ver como las culturas se fucionan y se enriquecen. La receta de la mermeladad de fresa se ve muy sencilla. Un día de estos me animo a hacerla.

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  2. Gracias Lennie! El libro está muy bueno y tiene consejos para involucrar a toda la familia. Súper chévere. :-)

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